¿Quién era Juan Gabriel Despot Belmonte?
"Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él." - Jn 1, 6-7

JUAN GABRIEL DESPOT BELMONTE, de 18 años, salió bachiller el 2008 del colegio San Ignacio y estaba estudiando en la Escuela Militar de Ingeniería. Como todo joven estaba lleno de sueños y ambiciones, las cuales se vieron frustradas por un hombre que acabó su la vida y futuro.

Juan  asistió un viernes 11 de septiembre de 2009 a una fiesta en una casa particular ubicada en la Avenida principal de Koani, sin saber él que sería su última.

A las 03:30 de la mañana, el dueño de casa entró a la casa y botó de la misma a un grupo de 10 o 12 jóvenes que todavía se encontraban en la fiesta. Los testimonios señalan que estaba energúmeno y tiraba las puertas.

Salieron todos, incluido el dueño de casa que se subió a su vagoneta ploma y se fue. Poco a poco todos los chicos se fueron del lugar, quedando Juan Gabriel acompañado de un amigo y de una chica en la puerta de la casa. No encontraban un radio taxi para retirarse.

El dueño regresó a su casa en su movilidad. Los jóvenes buscaban conseguir un taxi para marcharse, incluso le pidieron que si podía darles un aventón hasta la avenida, pero él, alterado, sólo quería que se marcharan lejos de su casa, amenazándolos con atropellarlos si no se movían del camino. Juan Gabriel trastabilló e insultó al hombre. El  dueño retrocedió su movilidad y embistió a Juan Gabriel, quién cayó al suelo malherido. Entonces, su amigo empezó a golpear el capó y a gritarle. En ese momento llegó un guardia de seguridad privada que tenía la caseta en la esquina, y sin preguntar nada echó gas pimienta a los ojos del muchacho.

Mientras tanto, Juan Gabriel seguía en el suelo agarrándose el estómago. El amigo y el guardia peleaban, y poco a poco se fueron alejando. La muchacha no sabía a quién atender: a Juan Gabriel o al otro amigo. Juan Gabriel, le dijo: “Yo estoy bien, no dejes que lastimen a Mario (seudónimo), ve con él”. El guardia de seguridad y el muchacho doblaron la esquina, por lo que la chica los siguió. Al poco rato, se calmaron los ánimos y la reyerta terminó.

Tardaron menos de 10 minutos, sin embargo cuando regresaron no encontraron a Juan Gabriel ni al dueño, el único rastro que encontraron de Juan fue uno de sus zapatos.

Atemorizados, los dos jóvenes comenzaron a buscarlo gritando su nombre, subiendo y bajando por la Av. Principal de Koani. Mario, ya desesperado, llamó a su padre, quién llegó al poco rato a recogerlos. Lo buscaron por todo el barrio, pero nunca lo encontraron.

Cuando llegaron a su domicilio, empezó la búsqueda vía teléfono con los amigos y parientes. Al no obtener resultados empezaron a visitar clínicas y hospitales. Finalmente la búsqueda terminó cuando encontraron a Juan sin vida en la morgue. Su cuerpo había sido encontrado destrozado a unos metros del puente de Koani a las 06:30 de la mañana.

Una estela de sangre bajaba por la avenida principal de Koani, desde la altura de la casa donde había sido la fiesta la noche anterior, hasta cruzar el puente donde dejaron su joven cuerpo destrozado. Quinientos metros de tortura (si es que cuando lo ataron al auto, todavía estaba con vida). Su cuerpo estaba completamente destrozado, lo único que quedó intacto fue su rostro. De acuerdo al certificado forence, Juan perdió la vida por politraumatismo, lesiones en órganos internos, pulmón, hígado e intestinos y hemorragia aguda.

Los hechos indican que Juan habría sido golpeado dos veces por un vehículo, causándole hemorragias internas. Luego, embestido y arrastrado quinientos metros, hasta que el cuerpo inerte y masacrado se soltase del vehículo que lo atropelló.

Coexistimos en una sociedad que día a día se va deshumanizando y que va acostumbrándose a hechos monstruosos, creyendo ignorantemente que es parte de nuestra naturaleza, cuando en realidad este tipo sucesos no deberían ocurrir en comunidad alguna. Es fácil que un caso de asesinato como el de Juan Gabriel Despot Belmonte pase desapercibido ante los ojos de las personas que no tuvieron la suerte de conocerlo en persona, por ello compartimos con ellos el testimonio de aquellos que fueron sus amigos.

Juan Gabriel Despot Belmonte era parte de nosotros, de personas que lo amaban y querían, el momento que se le fue arrancada la vida, parte de nosotros se nos fue arrebatada de la misma forma. Queremos recordarlo como era en vida, regocijarnos de su recuerdo y tenerlo vivo en nuestros corazones. La realidad es que: no pueden seguir sucediendo este tipo de cosas en nuestro país, en donde la vida tiene un precio y no existen límites para la corrupción. Queremos que la muerte de nuestro querido amigo tenga una razón, queremos que sirva de ejemplo para aquello que debemos erradicar de nuestra sociedad, demostrando que la vida debe ser respetada vengas de donde vengas y seas quien seas. La muerte de Juan ha marcado nuestros caminos para siempre, el trajo la luz a nuestras vidas y no hay modo de que ella se ofusque el día de hoy. Te amamos Juan.

 

 
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